Les 10 Constellations Incontournables à Observer cet Hiver

Cuando el cielo invernal despliega su manto de estrellas

El invierno es una estación privilegiada para los aficionados a la astronomía. Las noches son largas, el aire es diáfano, y el cielo nos ofrece un espectáculo particularmente rico. Del mítico Orión a la discreta constelación del Can Menor, el firmamento invernal rebosa de tesoros fáciles de detectar, incluso a simple vista. Partamos juntos a descubrir las diez constelaciones que no debes perderte esta temporada.

1. Orión, el Cazador

Imposible hablar del cielo de invierno sin empezar por Orión. Su silueta, reconocible entre mil gracias a su cinturón de tres estrellas perfectamente alineadas (Alnitak, Alnilam y Mintaka), brilla al sur al atardecer. También se distingue Betelgeuse, una supergigante roja en la esquina superior izquierda, y Rigel, una estrella azul-blanca en la esquina inferior derecha. Entre estos dos astros, la famosa nebulosa de Orión (M42) se observa fácilmente con un par de binoculares.

2. El Gran Perro

Justo al sureste de Orión se alza la constelación del Gran Perro, conocida por albergar Sirius, la estrella más brillante del cielo nocturno. En la mitología griega, este perro acompañaba a Orión en su cacería eterna. En realidad, Sirius es un sistema binario: una estrella blanca principal y una compañera más discreta, Sirius B, invisible a simple vista. En la noche de invierno, su brillo blanco-azulado atrae inevitablemente la mirada.

3. El Can Menor

Un poco más al norte del Gran Perro se encuentra Procyón, la principal estrella del Can Menor. Con Betelgeuse y Sirio, forma el famoso Triángulo de Invierno, un punto de referencia útil para orientarse en el cielo. Aunque es más modesta en tamaño, esta constelación tiene su propia elegancia y simboliza al segundo compañero de Orión.

4. Géminis

Al este de Orión se extiende la constelación de Géminis, marcada por dos estrellas gemelas: Castor y Pollux. Estos nombres provienen de los mitos griegos donde los dos hermanos, hijos de Zeus, fueron transformados en constelación para permanecer unidos en el cielo. Los Géminis son el refugio de varios objetos celestes, destacando el cúmulo abierto M35, fácilmente observable en un pequeño telescopio.

5. Tauro

Alzar la vista hacia el noroeste de Orión se distingue la constelación del Tauro, reconocible por su forma en « V » que representa la cabeza del animal. La estrella anaranjada Aldebarán simboliza su ojo brillando. Dos magníficos cúmulos de estrellas se encuentran allí: las Hyades y las Pléyades, estas últimas formando un pequeño grupo de estrellas azules similares a un mini-carro.

6. Auriga

Encima del Toro brilla Auriga, una estrella de un amarillo dorado resplandeciente. Constellación circumpolar bajo nuestras latitudes, suele ser visible casi todo el año, pero es en invierno cuando domina el cielo oriental. Las leyendas la asocian a un conductor de carro celestial. Astronómicamente, alberga bonitos cúmulos abiertos, como M36 y M37.

7. Lince

Entre el Cocher y la Gran Osa se extiende el Lince, una constelación discreta descubierta en el siglo XVII. Debe su nombre a su dificultad de observación: « hay que tener los ojos de un lince » para distinguirla. Aunque ninguna estrella muy brillante la compone, es un excelente reto para acostumbrarse a reconocer las figuras más sutiles del cielo de invierno.

8. El Corazón de la Hidra y el Cáncer

El Cáncer es una pequeña constelación ubicada entre los Géminis y el León. Poco luminosa, encierra sin embargo la famosa Amas de la Colmena (amas M44), visible a simple vista con un cielo adecuado. Es uno de los objetos más espectaculares para observar con binoculares. Más al sur se extiende la Hidra hembra, la constelación más vasta del cielo, cuyo corazón transita lentamente por el cielo invernal.

9. Liebre

Debajo de Orión se halla la Liebre, una constelación que se desliza cerca del horizonte sur. Localiza sus cuatro estrellas principales que forman un cuadrilátero. En los relatos antiguos, Orión perseguía eternamente a esta liebre celestial. También se observa allí el cúmulo globular M79, una esfera de estrellas antiguas perdida en los confines de nuestra galaxia.

10. Tauro y las Pléyades : un regreso a la mitología

Aunque ya hemos mencionado al Tauro, imposible cerrar esta lista sin volver a las Pléyades, a menudo llamadas « las Siete Hermanas ». Este pequeño cúmulo de estrellas es visible a simple vista como un puñado de diamantes apretados, y cada una de ellas lleva el nombre de una ninfa de la mitología griega. Esta joya invernal fascina a los observadores desde tiempos inmemoriales y aún inspira a los astrónomos modernos.

Un cielo a redescubrir cada noche

El invierno ofrece un firmamento rico, variado y sorprendentemente accesible. Estas diez constelaciones no son más que una muestra de las maravillas visibles bajo las frías noches de invierno. Tomando el tiempo para observar, aprender a reconocer sus dibujos y sus historias, se comprende mejor la estructura de nuestro cielo y nos sentimos un poco más cerca del universo.

Y la próxima vez que levantes la vista en una noche clara, recuerda: cada estrella cuenta una historia, cada constelación un mito, y cada instante de observación nos conecta con siglos de curiosidad humana.

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